domingo, 28 de septiembre de 2014

Amigos


Rafael. Autorretrato con un amigo
 
Domingo de sol y de Montaigne. 

El ensayista hace un espacio entre sus páginas para iluminar lo que ha escrito. También lo que está por escribir. Pone en el centro de su lidia el recuerdo de Étienne de la Boétie y siente que es ahora cuando su obra empieza a honrarse. Se dispone a ofrecer los veintinueve sonetos de su amigo a la condesa de Guissen, pero antes de enviar a ese buen destino los más ingeniosos y gentiles versos salidos de la Gascuña, discurre un momento sobre la amistad, uno de sus temas más amados, por haber conocido de cerca un sublime ejemplo de la misma. Y así, Montaigne nos lleva de paseo por los clásicos e ilustra su recorrido con citas admirables. Escojo una: la respuesta que dio un joven soldado a Ciro, quien le preguntaba si cambiaría por un reino el caballo que acababa de hacerle ganar el premio en las carreras. “Por un reino no, señor –dijo el joven-; yo lo cedería con gusto a cambio de un amigo, si hallase hombre digno de ello”. 

El príncipe de los ensayistas sabía que el fuego de la amistad es uniforme y que siempre está encendido, por más distancias que existan o silencios lo circunden. Seguro que Montaigne pudo decir de Étienne de la Boétie, lo que Borges afirmó bellamente de Manuel Peyrou: 

Suyo fue el ejercicio generoso de la amistad genial 

Creo que lo fue, porque encontró su resonancia.

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