miércoles, 10 de febrero de 2016

Umbral


Antonio Saura. De la serie Don Quijote
 
Cinco de la mañana y la primera apariencia: todo está cálido y oscuro. Las cosas, ahora confundidas, irán tomando forma poco a poco. Procuro no hacer ruido y voy hacia los libros, que son un bulto. Acá está el de Ortega que saqué anoche. Lo distingo por el tamaño. Es la pequeña edición de las Meditaciones del Quijote que hizo Aguilar. Disfruto ese momento. Cuando encienda la luz leeré aquel párrafo acerca del afán de comprender que tanto me gusta. Ortega confiesa allí, que, a la mañana, cuando se levanta, “recita una  brevísima plegaria, vieja de miles de años, un versillo del Rig-Veda, que contiene estas pocas palabras aladas: ‘Señor, despiértanos alegres y danos conocimiento”. Preparado así –añade- “me interno en las horas luminosas o dolientes que trae el día”. 

Pero aún no leo. Sólo palpo y recuerdo. Me gustaría quedarme en el umbral.

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