lunes, 23 de enero de 2017

A modo de esperanza





 Piranesi. Cárceles imaginarias

Cinco de la mañana. Después de poner la fecha de este día, día histórico en Venezuela, que a muchos permite la renovación de alguna esperanza, abrí uno de los diarios de Ernst Jünger y apareció, precisamente, esta entrada:

Entre las imágenes de los sueños vuelve, como me ha ocurrido también en la mañana de hoy, la de una gran estación ferroviaria; se trata de hacer trasbordo. La estación se halla lejos del centro, tal vez en un suburbio de Berlín; los trenes que llegan a ella lo hacen por vías a nivel del suelo y por líneas elevadas; los trenes que van a la ciudad son líneas subterráneas. El conjunto es sombrío, confuso, como los Carceri de Piranesi. Los pasillos, laberínticos, se hallan interrumpidos por barrera y taquillas; a oleadas, como en las convulsiones de los dolores de parto, son invadidos por muchedumbres que dan miedo. Hay itinerarios que no llevan a ninguna parte, billetes perdidos o equivocados, equipajes robados, separación de los acompañantes, andenes falsos, enlaces a que se llega con retraso. Dios mío, nunca se alcanzará la meta.
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Repetir la última frase de Jünger entre signos de interrogación, es -para decirlo con un título levemente retocado de José Ángel Valente- un modo de esperanza.

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