domingo, 23 de febrero de 2014

De nada demasiado




Sé que en tiempos borrascosos no es fácil el análisis sereno. Pero como decía Lezama, sólo lo difícil es estimulante. Afrontar con sentido crítico y autocrítico el examen de lo que nos pasa, debe conducirnos a la lucidez que tanto se necesita. Quizá podamos evitar con ella la frustración que dejan la excesiva audacia o –todo hay que decirlo- la “cordura” exagerada. Esto último luce paradójico. No lo es. Y en el supuesto de que lo fuese, me amparo en la previsión de las comillas.

Repito, no es fácil evaluar y autoevaluarse, y menos aún para quien se encuentra en la línea de fuego y no en la comodidad de un escritorio, como yo ahora. Que sea difícil no quiere decir que sea imposible.
Preocupaba observar que ciertas voces de la oposición venezolana, de uno y otro signo táctico, parecían ocuparse más en el cruce de mutuas culpas que en la lectura atenta de los hechos.

La concentración unitaria de ayer dio señales claras de que se puede evitar la descomposición del movimiento que, con valentía y firmeza, protagoniza una parte muy importante del país. A esa valentía, sin duda, debe agregársele  prudencia y, además, un imprescindible ejercicio de autoconocimiento, que permita ver, no sólo avances, sino también, limitaciones y carencias. 
Quienes estuvimos al lado del gobierno, y que después de abrir los ojos, fuimos separándonos, también formamos parte de esa Venezuela que en las calles está expresando clamorosamente su indignación y su cansancio.

De nada demasiado, aconsejó un oráculo griego. Los excesos, incluido el de pasividad, suelen enceguecernos.

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