Hoy
bajé un libro de la biblioteca de mi padre. Al hojearlo, encontré una
sorprendente nota manuscrita de su amigo José Manuel Sánchez. La copio:
“Aunque procuremos no herir al amigo alemán
de Camus que todos tenemos, hay cosas que no pueden omitirse. Claro, hay modos
de decirlas. Una vez más, ensayemos otra.
Es una historia
conocida. Todos recordamos que ante la debacle que se le avecinaba a la
revolución, Robespierre decidió incrementar el uso de la guillotina, pero la
carnicería apresuró los hechos, y no sólo rodó su cabeza, sino también la de
quien, por su enorme talento, debió haber advertido la tragedia.
Lastimosamente, el intelectual enceguecido aplaude al ciego y termina siendo
más jacobino que el jacobino, quien, sin decirlo de manera explícita, lo que
está pidiendo por piedad, es que lo moderen”.
Mi
asombro continuó, porque al final de la página 331 (ahí estaba la nota de
Sánchez) comienza un breve y hermoso episodio.
Después
de la muerte de Saint-Just, una joven prófuga, vestida de lavandera, con un
niño de seis meses en los brazos, se presenta en la casa de la rue Gaillon
(última morada de Sain-Just) y le pide a la patrona que le venda un retrato. Sabía
la joven fugitiva que la patrona de Saint-Just era pintora de profesión y había
retratado al joven republicano, amigo de su marido, quien también falleció en
la brutal degollina.
Deseaba
con toda la fuerza del mundo tener una imagen que le recordara a su esposo. El
cuadro valía seis luises, que, por supuesto, no llevaba la viuda de Labás. Ante
la insistencia, la pintora accedió a un trueque: le entregó el retrato a cambio
de un cofre que sólo contenía ropa blanca y un traje de bodas.
El
autor, Alphonse de Lamartine, rubrica el glorioso relato romántico con estas prístinas
líneas:
“…el amor conyugal pudo legar a la posteridad
la única imagen de aquel joven revolucionario, bello, fantástico, vago como una
teoría, meditabundo como un sistema, y triste como un presentimiento”.
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P.D: El libro de Lamartine se titula La Revolución Francesa. Adoro los tres tomos de Ramón Sopena.
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