lunes, 5 de septiembre de 2016

Notas de un notero


Los noteros Adorno, a la derecha, y Max Horkheimer. 1965
 
Llevando las brasas para su sardina escritural, Kraus dijo un día que “la forma es el pensamiento”. No sólo se trataría de un tipo de texto, sino también de un modo de reflexión “preciso e inconfundible y que no es la descarga fulgurante del aforismo  ni la interrogación precursora del ensayo”, como lo refirió Martín Cerda en una formidable nota sobre las notas. Allí ofreció esta aproximación al género: 

La nota, en efecto, difiere funcionalmente del artículo, como éste difiere del ensayo. No es, pues, un artículo corto, abreviatura o esbozo, sino un texto que se (en)cierra a partir de una función específica: notar (o, si se quiere, anotar) algo que transcurre en el mundo, en el cuerpo o en la conciencia del escritor. La nota, en suma, no explica ni predica: sólo constata y sugiere.  

A veces los propios noteros (así les dice, notero él mismo, Martín Cerda) llaman “Notas” a algunos escritos que no estiman suficientemente elaborados. Pone el ejemplo de Theodor W. Adorno, quien tituló Notas de literatura lo que no era más que un libro de ensayos, conferencias y artículos. Sin embargo, Cerda considera que Adorno es el “autor de uno de los libros de notas más admirables” que existen: Minima moralia, publicado por vez primera en español (Monte Ávila, Caracas, 1975), con la intervención de Martín Cerda, por cierto.  

Adorno dedicó ese libro a otro insigne notero: Max Horkheimer (“…a Max, como gratitud y promesa”). Menos de un año después de publicada Mínima moralia, Monte Ávila hizo lo mismo con Apuntes de Horkheimer. En la contratapa (ejemplo del subgénero), a Martín Cerda, anónimo entonces, no se le olvidó este enlace: 

La obra que ahora presentamos a los lectores de lengua española, comparable a la Mínima moralia de Adorno, ya publicada por Monte Ávila, ofrece el horizonte de un pensamiento itinerante que, por su mismo carácter de apuntes, entronca con la escritura fragmentada que emplearon, en Alemania, Lichtenberg, Novalis, Nietzsche e incluso Kant en sus últimos trabajos.
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En una de las notas de Mínima moralia, Adorno consigna un ejemplo del “bullying escolar” y ominoso que sufriera en Alemania. Copio: 

Propiamente me sería posible deducir el fascismo a partir de algunos recuerdos de mi infancia. Tal como hace el conquistador con las provincias más alejadas, que antes de presentarse personalmente envía por delante a sus legados, también aquel había enviado a sus mensajeros: mis compañeros de colegio (…). La irrupción del Tercer Reich sorprendió por cierto mi discernimiento político, pero no mi inconsciente disposición al espanto”.  

Eso y mucho más, en las notas.
 
(La nota de Martín Cerda, "De la nota", está en Escombros, Ediciones Universidad Diego Portales, Chile, 2008) 

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