domingo, 24 de diciembre de 2017

De Rilke, para un solitario en Navidad




El 23 de diciembre de 1903 Rilke no olvidó al joven poeta y le dirigió una carta que algunos viejos y jóvenes de hoy -poetas o no- también recibimos:

Usted no sabe estar sin un saludo mío cuando es Navidad y cuando usted, en medio de las fiestas, debe cargar su soledad más pesadamente que en otros momentos. Pero cuando se dé cuenta de que ella es grande, alégrese de ello; pues, qué sería una soledad (se pregunta usted) que no tuviera grandeza; sólo hay una soledad y es grande y no es fácil de llevar, y a casi todos les llegan las horas en las que les gustaría cambiar la soledad por cualquier compañía banal…

Pero tal vez son precisamente esas las horas en las que crece la soledad…

Su acontecer más íntimo vale todo su amor…

Festeje usted la Navidad, querido señor Kappus, en este piadoso sentimiento, pues tal vez es precisamente ese miedo de vivir suyo lo que Él (Dios) necesita para empezar; precisamente estos días de su transición son tal vez el tiempo en el que todo en usted trabaja en Él, como ya una vez, cuando niño, trabajó usted en Él intensamente. Sea paciente y no pierda la voluntad, piense que lo mínimo que podemos hacer es no hacerle más difícil su devenir, como lo hace la tierra a la primavera cuando ella quiere llegar.

Y esté feliz y confiado.

Suyo,
Rainer Maria Rilke”
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