martes, 8 de marzo de 2016

Un "tente en el aire" literario (sobre Fray Juan Antonio Navarrete y su diario enciclopédico)


 Cabrera. Español y salto atrás da tente en el aire
 

Tente en el aire. Casta de gentes en la América. Vé Mestizos, fol, 129, No. 21. En la descendencia de mulata casada con español, los hijos llaman Cuarterones. Pero una Cuarterona casada con español, engendra hijos que llaman Quinterones. Y si una Quinterona casa con español, los hijos son Requinterones. Y si una Requinterona casa con español, sus hijos son los que se llaman, Tente en el aire. Y una Tente en el aire casa con español, entonces los hijos son blancos y llamados Castizo-Español. Pero si la Tente en el aire casa con mulato, entonces la descendencia y casta vuelve para atrás y el primer grado es Cuarterón”. 

Lo anterior no es una cita de un libro sobre castas americanas. Es una entrada del Arca de las Letras y Teatro Universal de Fray Juan Antonio Navarrete. 

Antes de pasar a la siguiente anotación (a la que iba, en principio), pienso en los géneros y en sus infinitas combinaciones. Precisamente, el rarísimo libro (libro de los libros) del guameño  Navarrete,  parece ser la mayor muestra venezolana de esos juegos: un prodigioso tente en el aire literario, situado en el límite de numerosas escrituras, incluida la poética, como lo revela la hermosa dedicatoria a la “Madre Dignísima del Verbo Eterno”: la “verdadera Arca de Letras”, a cuyo manto se acogió el ilustre franciscano para emprender su recorrido por “doctrinas sanas, noticias útiles y cosas saludables”.  

Muchos son los cruces en esta enorme Arca de Navarrete, quien, como Novalis (y mucho antes, Athanasius Kircher), pensaba que todo debía ser enciclopedizado. Y a ese afán dedicó su vida, iniciada el 11 de enero de 1749, en Guama, entonces “jurisdicción de San Felipe, Provincia de Caracas” y concluida no se sabe exactamente dónde ni cuándo. Blas Bruni Celli, el más completo editor (hasta ahora) del Arca de Letras y Teatro Universal, supone que Navarrete debe haber muerto en algún lugar de Guayana, aventado por las desgracias que produjo la pérdida de la segunda república. García Bacca, por su parte, estima que eso debió ocurrir hacia 1814, “a juzgar por la interrupción del Diario”.  

Para José Balza, quien leyó con efusión y asombro el “Arca”, Navarrete podría ser “un puro precursor del cuento venezolano”.  
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Iba a mirar hoy lo que Navarrete dijo en su portentosa enciclopedia acerca de Lope de Aguirre, pero me encontré con la entrada anterior y me quedé pensando en que la humorada racial “tente en el aire”, bien podría servirnos de metáfora para aproximarnos a la armonía primigenia de este libro fascinante y plural.  

Ya habrá tiempo para comentar la otra entrada, la referida al célebre “peregrino” vasco que mataron en mi ciudad, Barquisimeto. Ahora busco una imagen de 'Tente en el aire' para acompañar esta nota y ver la referencia de Mestizos en el folio 129, en la que se cita a Moreri y sus "Criollos", quien, al decir del guameño, tiene todo lo que se desea "hasta de la casta tente en el aire".     

(Cuando se menciona a Navarrete, no sólo debemos recordar a Juan David García Bacca, Blas Bruni Celli y José Balza. También a José Antonio Calcaño y a Manuel Pérez Vila. Y en mi caso, a un escritor yaracuyano que pasó muchas horas en la Biblioteca Nacional trajinando con el Arca: Orlando Barreto. A él debo la primera descripción del libro de Navarrete, en los días en que junto a otros amigos comenzábamos la aventura de fundar una universidad en San Felipe, y en Guama, la hermosa tierra del fraile).

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