martes, 5 de mayo de 2015

A veinte años de Juan Nuño


Juan Nuño
 
Hoy se cumplen veinte años de la ausencia de Juan Nuño, uno de los pensadores más lúcidos que he conocido. A su condición de filósofo de verdad unió la de fervoroso y magnífico escritor. En ambas puso su inmensa inteligencia y su firme conciencia de hombre libre.  

Venezuela, que durante algunos años leyó con interés sus artículos de prensa, no ha estimado todavía como se debe, la vigorosa calidad de sus aportes. Gracias a Ana Nuño, su hija, se han reeditado algunos de sus libros, como esos ensayos estupendos sobre la filosofía en Borges que siguen deslumbrando a sus lectores, borgeanos o no. También editó Ana un libro con aforismos y pensamientos polémicos de su padre: Nuño x Nuño. Ábranlo por cualquiera de sus páginas y encontrarán siempre una frase que nos interpela, aquí y ahora. Pero no es suficiente. La cantera Nuño nos sigue esperando con su asombrosa claridad y su beligerante vigencia. Así, para poner un ejemplo, hace unos minutos, me encontré con esta “píldora nuñera”, como diría Ana:
 

Un monstruoso Alzheimer colectivo parece apoderarse de las jóvenes generaciones, que no sólo son incapaces de recordar nada, sino que a cada instante tienen que reaprenderlo todo. Está bien creer que el mundo comienza con uno cuando se es joven, pero lo patéticamente grave es actuar como si de verdad sucediera así. Madurar es aceptar la carga de todas las memorias precedentes y sobre todo la formación de la propia.   

La dejo ahí.
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Recuerdo una visita de Juan Nuño a Barquisimeto, en marzo de 1990. Habló de la poesía de Borges en el Museo. Quienes acudimos esa noche a la capilla San Miguel, tuvimos el privilegio de oír a un Nuño fascinante que combinó sus dotes de filósofo, escritor y polemista en una intervención inolvidable. Sentimos de nuevo que su palabra, escrita o hablada, no daba cuartel, pero que nos trataba como si nosotros también fuéramos Nuño, cortesía, que, por cierto, tuvo también con sus discípulos, ante los cuales nunca posó de maestro, menos áun de gurú académico. Era amigo.
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De la estirpe de Bertrand Russell, Nuño compartía estas palabras del viejo Bertie:
 

Creo que la filosofía debe tratar de los problemas de los hombres, no de cómo personas estúpidas dicen cosas estúpidas.
 

Problemas de los hombres fueron los que siempre abordó Juan Nuño, para gusto de algunos y disgusto de otros. Hoy lo recuerdo con nostalgia y gratitud.

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