martes, 24 de noviembre de 2015

La fuerza civil de Rómulo Gallegos


 
Seis de la mañana. Al poner la fecha, lo recordé y busqué la cita. Fue un día como hoy:  

Por la plaza de El Silencio –del silencio y de la soledad esa tarde- por donde se me hizo pasar, tal vez para que recordara aquello de ‘así pasan las glorias del mundo’, atravesé en la mejor compañía: la de mí mismo, sin amarguras de tiempo perdido… Días después, un querido amigo mío terminaba su vida murmurando: ‘¡Lo dejaron solo, lo dejaron solo!”. 

Es Rómulo Gallegos, en una carta a Alberto Ravell.  

El gobierno legítimo, “respaldado por una inmensa fuerza moral, tiene plena confianza en que las Fuerzas Armadas leales cumplirán con su deber, manteniendo el orden y garantizando los derechos del pueblo”, había dicho el Secretario General de la Presidencia, Gonzalo Barrios, al mediodía de la víspera.  

Hoy, 24, se cumplen 67 años del día fúnebre (Liscano dixit) en que el presidente civil fue depuesto por los militares. Otro escritor, Antonio Arráiz, un barquisimetano inmenso, se iría del país en exilio voluntario. Habían vuelto los bárbaros.  

Aunque muchas veces esté sola, la fuerza moral de Rómulo Gallegos permanece. Hoy la recordamos.

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