El monstruo verde
Cinco de la mañana, lluvia y laberinto. Borges
lo visita y escribe:
“Este es el laberinto de Creta. Este es el
laberinto de Creta cuyo centro fue el Minotauro. Este es el laberinto de Creta
cuyo centro fue el Minotauro que Dante imaginó como un toro con cabeza de
hombre y en cuya red de piedra se perdieron tantas generaciones. Este es el
laberinto de Creta cuyo centro fue el Minotauro y en cuya red se perdieron
tantas generaciones como María Kodama y yo nos perdimos. Este es el laberinto
de Creta cuyo centro fue el Minotauro y en cuya red se perdieron tantas
generaciones como María Kodama y yo nos perdimos en aquella mañana y seguimos
perdidos en el tiempo, ese otro laberinto”.
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El lector visita el laberinto y escribe:
Este es el laberinto de Borges. Este es el
laberinto de Borges, también llamado el monstruo verde. Este es el laberinto de
Borges, también llamado el monstruo verde, en cuyo centro está escrito un
minotauro, que espera para siempre a su lector. Este el laberinto de Borges, también
llamado el monstruo verde, en cuyo centro está escrito un minotauro, que espera
para siempre a su lector y en cuyas galerías infinitas se han extraviado tantas
personas obsesivas, como yo, que sigo perdido en su rizoma.
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