De la columna semanal de
Antonio Muñoz Molina, en Babelia, estas palabras que comparto:
“Hay que parar. Es urgente una tregua. A cualquier precio hay que
recobrar la cordura, o al menos dejar en suspenso tanta vehemencia. No conozco
a nadie razonable que no tenga miedo estos días, que no sienta vértigo,
abatimiento, amargura. Solo a los exaltados les complace esta escalada que no
sabemos en qué concluirá si seguimos así, pero que ya está dando sus resultados
desastrosos. Las personas a las que conozco y con las que hablo estos días
tienen ideas y aspiraciones muy distintas, y a veces en apariencia
irreconciliables, pero están unidas, estamos, por este común abatimiento que ya
no es solo político, porque invade hasta lo más recóndito de nuestras vidas
privadas. Era desolador ver a la gente que aclamaba a los policías y guardias
civiles que iban a viajar a Cataluña al grito bárbaro de “¡A por ellos!”. Da
miedo esa consigna gritada ahora en Cataluña, “Las calles siempre serán
nuestras”. Provoca el mismo escalofrío que aquel exabrupto de Manuel Fraga
cuando era ministro de Gobernación: “La calle es mía”.
El artículo de Muñoz
Molina se titula Defender la cordura (El País, Babelia, 07 de octubre de 2017).
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