María Zambrano, quien pasó su adolescencia en Segovia
Una conferencia, en el sentido primordial del
vocablo, es una reunión de personas dedicada al estudio y debate de unos
determinados temas. El Consejo Consultivo de la Ciudad, sería, entonces, una
conferencia continua, cuyos fines van más allá de la visión de lo existente,
para encaminarse con agudeza y entusiasmo hacia el futuro. También, para
promover acciones que permitan hacer más cercanos y alcanzables sus objetivos.
Así, este Consejo se ha puesto algunas metas temporales, que no son suyas, sino
de todos. Está pensando, por ejemplo, en el quinto centenario de la ciudad
(2052), como un momento especial para recoger algunos frutos y seguir
emprendiendo.
Por eso, cuando realiza sus Conferencias anuales
(sesiones como la de hoy, ampliadas y abiertas), elige un tema que apuntala ese
propósito. El primero no pudo ser más elocuente: la innovación, en estos
tiempos en que muchas cosas, acá, lucen estancadas; el segundo: la paz, cuando
todo parecía (y parece) estar en guerra; el tercero: la afirmación civil frente
a fuerzas que pretenden anular una rica tradición de autonomía ciudadana.
Hoy nos convoca el tema de la Ciudad Región, no
sólo para recordar los extraordinarios momentos en que Barquisimeto, forjándose
a sí misma, logró hacer de su ubicación geográfica, de su aparente “lugar de
paso” hacia muchas direcciones, un centro de encuentros y mucho más que una
encrucijada inevitable. Nos convoca para pensar que, ‘barquisimetanos y barquisimetidos’
podemos emprender nuevas tareas para el enriquecimiento espiritual y material
de una región maltratada por las mismas razones que lo está el país. Ese
emprendimiento, afirma el Consejo, debe sustentarse en nuestra tradición de
acciones cívicas y en los valores culturales y sociales de los que nos hablarán
los expositores centrales de la Conferencia.
(Por cierto, permítaseme esta digresión: nos
recordó Ramón Guillermo Aveledo alguna vez, que la vieja frase de
‘barquisimetanos y barquisimetidos’ la acuñó el hermano Luciano, uno de los
fundadores del Colegio La Salle, al que se referirá dentro de unos minutos la
brillante historiadora Neffer Álvarez. Bien, en los últimos años he notado que
en escenarios como este, cuando uno dice esa frase, no falta alguien que se
levante para cuestionarla, afirmando que la misma es discriminatoria y que
maltrata al “barquisimetido”. Error. Al decirla con ingenio verbal, el Hermano
Luciano, recordado por Aveledo, estaba refiriéndose a una clasificación de los
alumnos del naciente Colegio La Salle: además de los barquisimetanos había
muchos estudiantes que provenían de otros pueblos del país. Todos eran
lasallistas. La frase, entonces, tiene un origen incluyente, afectivo, aparte
de que el juego de palabras que contiene perdería su gracia si la enmendamos
con esa quisquillosa e inexacta reconvención. Por eso, aprovecho la ocasión
para reivindicarla).
En una de esas citas que a veces se convierten
en imprescindibles, Reinaldo Rojas -en cuyo homenaje se realiza esta cuarta
Conferencia del Consejo Consultivo- , nos regaló estas luminosas palabras de
Marc Bloch: “Antes de ir de lo particular a lo general, (debemos) pedir a una
amplia visión de conjunto los medios para clasificar e interpretar los pequeños
accidentes del paisaje”.
A partir de esa visión, unos destacados
discípulos de Reinaldo Rojas han acudido hoy a esta sala para hablarnos con
criterio de amplitud, y en clave de futuro, de su interpretación de algunas
expresiones económicas, culturales, sociales y comunitarias del paisaje
histórico de nuestra Región Barquisimeto. Hablarán de La Salle, FUDECO,
Ascardio, Cecocesola, así como de la actividad productiva y social de la
Ciudad-Región.
Para arrimar la brasa a mi sardina literaria,
déjenme decir brevemente algo de los vocablos Ciudad y Confluencia, que
aparecen en la pantalla que acompaña en este momento mi intervención. La
pantalla tiene como fondo un hermoso cuadro del artista Francisco León Jiménez,
titulado "Ciudad, tren y paisaje". Bien. Para decir por qué he puesto
“Ciudad y Confluencia” como palabras guías, me apoyo en un texto de María
Zambrano (filósofa española, discípula de Ortega, probablemente la más
importante filósofa en español de todo el siglo XX). Su texto viene al caso,
pues trata de Segovia, la bella ciudad de España, que es también un punto de
confluencias. No debemos olvidar que el nombre que recibió Barquisimeto en su
fundación hispánica fue el de Nueva Segovia de Buría, en su primer
emplazamiento, y después, el de Nueva Segovia de Barquisimeto, recordando a los
caquetíos de Variquecemeto y a las aldeas que refirió Federman en su ruta,
rastreada, por cierto, por Reinaldo Rojas, el historiador homenajeado. Así se
llama, en verdad, nuestra Ciudad región. Y muchos, con orgullo, lo decimos:
Nueva Segovia de Barquisimeto.
Al parecer, todo empieza desde el momento de su
fundación hispánica, imprecisa en la fecha y viajera en el espacio. Al ser
bautizada por Villegas, la ciudad recibe la impronta segoviana. ¿En qué
consiste esa marca imborrable? La respuesta la hallé en María Zambrano, a quien
cito de seguidas: “Mas la ciudad, y Segovia es uno de sus paradigmas, es el
centro que une y enlaza otros centros. Tiene por ello algo de camino, de vía;
camino en la sierra o camino desde el mar, fronteriza siempre, transmisora (…)
En ella, en la ciudad-camino, lo que llega desde el campo se universaliza, se
hace apto para llegar a todas partes, aun a aquellas lejanas en espacio y
tiempo donde vivirá, a veces, sin ser reconocido./ Es pues, la ciudad
verdadera, un camino hacia lo universal ” (Un lugar de la palabra: Segovia, en
el libro “España, sueño y verdad”).
Pensar esa virtud -también neosegoviana- en
clave de futuro, es el reto de esta IV Conferencia del Consejo Consultivo.
Aprovechar un pasado en el que existen modelos ejemplares de trabajo de los que
se hablará esta mañana, comporta no sólo conocerlos y valorarlos, sino también
imaginarse nuevas acciones en un mundo que tecnológicamente puede ahora
desarrollar mucho más y mejor los atributos de Ciudad-Región, es decir, de
amable y permanente lugar de las confluencias.
Así, en nombre de mis compañeros del Consejo
Consultivo de la Ciudad, celebro con estas palabras la instalación, a partir de este momento,
de su cuarta Conferencia Anual.
He dicho.
(Palabras -algunas improvisadas- que dije ayer en la instalación de la
Cuarta Conferencia Anual del Consejo Consultivo de la Ciudad, en la Universidad
Fermín Toro, de Nueva Segovia de Barquisimeto, y que tengo ahora la impudicia de compartir en este blog)
Como siempre, colocando el corazón en yuxtaposicion con el talento para encender la indefectible chispa que trae la historia.
ResponderBorrarMuchas gracias, Chavol, paisano, inteligente y culto.
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