sábado, 28 de septiembre de 2019

María Zambrano y Barquisimeto (para barquisimetanos y barquisimetidos)




María Zambrano, quien pasó su adolescencia en Segovia

Una conferencia, en el sentido primordial del vocablo, es una reunión de personas dedicada al estudio y debate de unos determinados temas. El Consejo Consultivo de la Ciudad, sería, entonces, una conferencia continua, cuyos fines van más allá de la visión de lo existente, para encaminarse con agudeza y entusiasmo hacia el futuro. También, para promover acciones que permitan hacer más cercanos y alcanzables sus objetivos. Así, este Consejo se ha puesto algunas metas temporales, que no son suyas, sino de todos. Está pensando, por ejemplo, en el quinto centenario de la ciudad (2052), como un momento especial para recoger algunos frutos y seguir emprendiendo.

Por eso, cuando realiza sus Conferencias anuales (sesiones como la de hoy, ampliadas y abiertas), elige un tema que apuntala ese propósito. El primero no pudo ser más elocuente: la innovación, en estos tiempos en que muchas cosas, acá, lucen estancadas; el segundo: la paz, cuando todo parecía (y parece) estar en guerra; el tercero: la afirmación civil frente a fuerzas que pretenden anular una rica tradición de autonomía ciudadana.

Hoy nos convoca el tema de la Ciudad Región, no sólo para recordar los extraordinarios momentos en que Barquisimeto, forjándose a sí misma, logró hacer de su ubicación geográfica, de su aparente “lugar de paso” hacia muchas direcciones, un centro de encuentros y mucho más que una encrucijada inevitable. Nos convoca para pensar que, ‘barquisimetanos y barquisimetidos’ podemos emprender nuevas tareas para el enriquecimiento espiritual y material de una región maltratada por las mismas razones que lo está el país. Ese emprendimiento, afirma el Consejo, debe sustentarse en nuestra tradición de acciones cívicas y en los valores culturales y sociales de los que nos hablarán los expositores centrales de la Conferencia.

(Por cierto, permítaseme esta digresión: nos recordó Ramón Guillermo Aveledo alguna vez, que la vieja frase de ‘barquisimetanos y barquisimetidos’ la acuñó el hermano Luciano, uno de los fundadores del Colegio La Salle, al que se referirá dentro de unos minutos la brillante historiadora Neffer Álvarez. Bien, en los últimos años he notado que en escenarios como este, cuando uno dice esa frase, no falta alguien que se levante para cuestionarla, afirmando que la misma es discriminatoria y que maltrata al “barquisimetido”. Error. Al decirla con ingenio verbal, el Hermano Luciano, recordado por Aveledo, estaba refiriéndose a una clasificación de los alumnos del naciente Colegio La Salle: además de los barquisimetanos había muchos estudiantes que provenían de otros pueblos del país. Todos eran lasallistas. La frase, entonces, tiene un origen incluyente, afectivo, aparte de que el juego de palabras que contiene perdería su gracia si la enmendamos con esa quisquillosa e inexacta reconvención. Por eso, aprovecho la ocasión para reivindicarla).

En una de esas citas que a veces se convierten en imprescindibles, Reinaldo Rojas -en cuyo homenaje se realiza esta cuarta Conferencia del Consejo Consultivo- , nos regaló estas luminosas palabras de Marc Bloch: “Antes de ir de lo particular a lo general, (debemos) pedir a una amplia visión de conjunto los medios para clasificar e interpretar los pequeños accidentes del paisaje”.

A partir de esa visión, unos destacados discípulos de Reinaldo Rojas han acudido hoy a esta sala para hablarnos con criterio de amplitud, y en clave de futuro, de su interpretación de algunas expresiones económicas, culturales, sociales y comunitarias del paisaje histórico de nuestra Región Barquisimeto. Hablarán de La Salle, FUDECO, Ascardio, Cecocesola, así como de la actividad productiva y social de la Ciudad-Región.

Para arrimar la brasa a mi sardina literaria, déjenme decir brevemente algo de los vocablos Ciudad y Confluencia, que aparecen en la pantalla que acompaña en este momento mi intervención. La pantalla tiene como fondo un hermoso cuadro del artista Francisco León Jiménez, titulado "Ciudad, tren y paisaje". Bien. Para decir por qué he puesto “Ciudad y Confluencia” como palabras guías, me apoyo en un texto de María Zambrano (filósofa española, discípula de Ortega, probablemente la más importante filósofa en español de todo el siglo XX). Su texto viene al caso, pues trata de Segovia, la bella ciudad de España, que es también un punto de confluencias. No debemos olvidar que el nombre que recibió Barquisimeto en su fundación hispánica fue el de Nueva Segovia de Buría, en su primer emplazamiento, y después, el de Nueva Segovia de Barquisimeto, recordando a los caquetíos de Variquecemeto y a las aldeas que refirió Federman en su ruta, rastreada, por cierto, por Reinaldo Rojas, el historiador homenajeado. Así se llama, en verdad, nuestra Ciudad región. Y muchos, con orgullo, lo decimos: Nueva Segovia de Barquisimeto.

Al parecer, todo empieza desde el momento de su fundación hispánica, imprecisa en la fecha y viajera en el espacio. Al ser bautizada por Villegas, la ciudad recibe la impronta segoviana. ¿En qué consiste esa marca imborrable? La respuesta la hallé en María Zambrano, a quien cito de seguidas: “Mas la ciudad, y Segovia es uno de sus paradigmas, es el centro que une y enlaza otros centros. Tiene por ello algo de camino, de vía; camino en la sierra o camino desde el mar, fronteriza siempre, transmisora (…) En ella, en la ciudad-camino, lo que llega desde el campo se universaliza, se hace apto para llegar a todas partes, aun a aquellas lejanas en espacio y tiempo donde vivirá, a veces, sin ser reconocido./ Es pues, la ciudad verdadera, un camino hacia lo universal ” (Un lugar de la palabra: Segovia, en el libro “España, sueño y verdad”).

Pensar esa virtud -también neosegoviana- en clave de futuro, es el reto de esta IV Conferencia del Consejo Consultivo. Aprovechar un pasado en el que existen modelos ejemplares de trabajo de los que se hablará esta mañana, comporta no sólo conocerlos y valorarlos, sino también imaginarse nuevas acciones en un mundo que tecnológicamente puede ahora desarrollar mucho más y mejor los atributos de Ciudad-Región, es decir, de amable y permanente lugar de las confluencias.

Así, en nombre de mis compañeros del Consejo Consultivo de la Ciudad, celebro con estas palabras la instalación, a partir de este momento, de su cuarta Conferencia Anual.

He dicho.


(Palabras -algunas improvisadas- que dije ayer en la instalación de la Cuarta Conferencia Anual del Consejo Consultivo de la Ciudad, en la Universidad Fermín Toro, de Nueva Segovia de Barquisimeto, y que tengo ahora la impudicia de compartir en este blog)


2 comentarios:

  1. Como siempre, colocando el corazón en yuxtaposicion con el talento para encender la indefectible chispa que trae la historia.

    ResponderBorrar
  2. Muchas gracias, Chavol, paisano, inteligente y culto.

    ResponderBorrar