La ingeniosa frase de
Julián Ríos, recordada ayer por Francisco León en su blog, con motivo del
reciente Premio Cervantes, viene a cuento por el tema de los patrimonios
orales. Si éste necesitara precisiones, nada mejor que apoyarse en el autor de Makbara,
quien abrió el camino para la protección del patrimonio inmaterial, como se
recordó en el post anterior. En efecto, cuando Goytisolo se percató de que su
plaza de Marraquech podía desaparecer como lugar de patrimonio oral, se fue a la UNESCO para plantear el caso y
escribió:
"¿Resistirá Xemáa el Fná
a la creciente agresión diaria de una seudo-modernidad-desbocada? ¿O son
Abdeslam y Cherkaui sus últimos juglares, testigos de la agonía y final de la
halca? Espacio soberanamente único en opinión de poetas, historiadores, sociólogos
y urbanistas, defenderlo será una forma de defender la humanidad de nuestro
propio futuro. La plaza, como dice Bajtín del universo juglaresco de Rabalais,
´preserva una brecha alegre en un porvenir más lejano que volverá irrisorios el
carácter progreso relativo y verdad relativa’ accesibles a nuetro siglo obtuso
y su miope porvenir inmediato”.
--
Defender una lengua en
extinción, es también defender la humanidad de futuros ominosos. ¿Quién pude
decirnos que no está cifrada en esa lengua, en algún relato o verso suyo, una
secreta claridad? Y si no está cifrado nada, ¿quién puede afirmar que no
necesitamos esa “nada”?
--
Eliot y el patrimonio
cultural
“No dejar que se pierda
un idioma, por muy pocos que sean los hablantes que de él queden”. Así lo dice
la Guía de Principios sobre Diversidad Cultural, que hace tres años aprobó el
Comité Jurídico Interamericano de la OEA, y que por generosidad de mis
compañeros, me tocó proponer y redactar.
Esta mañana recordé ese
texto, al leer unos ligeros comentarios
sobre la declaratoria de la cultura oral de la etnia mapoyo, como
patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. Se suele despreciar lo que
se ignora, y así, algunos tratan con displicencia el tema. Otros -como quien redactó
la desaprensiva alusión al pueblo mapoyo- dan pie para que se sospeche de algo
cercano al desdén. Digo sólo "se sospeche", porque debe concederse el beneficio de
la duda.
--
Que desaparezca una
lengua en la que un pueblo ha vivido, pensado, sentido, amado y escrito poesía,
es -como decía T. S. Eliot- la expresión de una decadencia. Tomando sus palabras podría confesar que yo
no hablo mapoyo, pero si me informaran que ya nadie lo habla, “sentiría una
inquietud que sería mucho más que una compasión generosa. Lo consideraría como
un foco de una enfermedad que podría llegar a extenderse…”
--
La defensa de los
patrimonios culturales debe ser integral. Si se defiende y preserva la cultura
oral mapoyo, se deben defender y preservar nobles patrimonios institucionales,
como el IVIC y otros espacios, hoy en día abandonados o destruidos. Asimismo –y
este es el punto-, creo que una buena defensa del IVIC, es, en rigor,
incompatible, con el desprecio a la también noble cultura mapoyo.
P.D: La referencia al
IVIC se debe a que el comentario al que me refiero arriba denuncia con acierto
lo que está ocurriendo con esa institución. Por eso, deploro que en el mismo
texto se incluya una no muy feliz alusión a otro patrimonio cultural. Eso es
todo.
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