sábado, 1 de noviembre de 2014

BRICEÑO GUERRERO


José Manuel Briceño Guerrero (1929-2014)  en la UNEY
 
Con José Manuel Briceño Guerrero se nos va, probablemente, el más importante pensador venezolano contemporáneo. Perteneció a una generación de destacados intelectuales que hizo del estudio y la escritura una ascendente forma de vida. Entre ellos, fue Briceño el maestro por excelencia. Por eso, su palabra seguirá resonando como aliento para muchos y no sólo como merecido objeto de aplausos y reconocimientos.  

Compartió sus saberes en diversas aulas. Desde hace mucho las prefirió abiertas, no ceñidas a la burocracia académica ni a los calendarios administrativos. Así, ideó el postgrado lento, entregado con parsimonia a la charla, la reflexión y la lectura, sin prisa por la retribución en títulos o en premios. Leyó –y procuró que lo hicieron también sus discípulos- a los grandes autores en su lengua original. A los idiomas dedicaba largo tiempo, como buscando en ellos una música primigenia. Le oí contar un día su encuentro con Borges. El gran argentino, cual Ulises en su Arte Poética, “lloró de amor” al oír a Briceño escanciar hexámetros de Homero. La escena es imborrable. Le pregunté si la había escrito y me dijo que no. No me aseguró que lo haría, pero ojalá lo haya hecho. 
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Cuando alguien que lo escuchaba hablar de Descartes estaba a punto de tenerlo como un “homme de raison”, debía morderse la lengua, pues en cualquier momento el Viejo se desplazaba por los caminos de las leyendas y los sueños. Entre sus saberes no estaban sólo los del Siglo de las Luces. Le entusiasmaban los ritos, los silencios míticos, las magias ancestrales.  

Por sus muchos viajes, estudios e idiomas, fue universal. También lo fue porque nunca dejó de ser llanero de Palmarito y Barinas, larense de Barquisimeto y Carora y andino de la noble sierra merideña.
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Se fue el último día de octubre, víspera de santos y de muertos. Se montó en “el Viajadero” de su infancia y anda ahora por las nubes.

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