Anoche recordé una frase que le gustaba citar a
García Bacca. Se trata del interdicto más espléndido que conozco:
Por orden
del Rey, prohíbese a Dios hacer milagros en este lugar
El viejo filósofo le dedicó un artículo a esa
ingeniosa sentencia y nos informó que, aunque lo pareciera, la misma no era de
Voltaire. Dijo García Bacca haberla leído en Kant, quien, a su vez -en unas
notas sobre filosofía trascendental-, se la atribuyó a un tal Phesipeau.
Lo cierto es que esa orden magna y asombrosa,
según el mismo García Bacca, sólo podía haber emanado de un monarca, capaz
también de ejecutarla sin miramientos ni dudas: Federico II de Suabia, el
primer hombre moderno que se sentó en un trono.
A García Bacca el terminante interdicto le
sirvió para decirnos que en “fregados políticos” y en “barridos económicos” no
debemos meter a Dios, porque esos lugares son terrenos del pueblo, al que nadie
habrá de seguir engañando con supuestos milagros, por respeto al pueblo y a
Dios mismo.
Invirtiéndolo, so pena de profanar a los
filósofos, el inmenso mandato prohibitorio podría proclamarse así:
Por orden
de Dios, niégase a gobernantes y gobernados la facultad de hacer milagros en
este lugar
Hay una palabra en la que algunas de las letras se desordenaron, la T dio un traspiés que transforma el conjunto, y ello debe ser corregido: "capaz también de ejectuarla sin miramientos ni dudas".
ResponderBorrarPor otra parte, de ciertos prepotentes y mal preparados gobernantes, pudiéramos esperar que redactaran un decreto como este: "Por órdenes del mandamás, insustituible e infalible, se prohibe a los ciudadanos en general y a los expertos en particular, hacer críticas o propuestas contrarias a nuestras caprichosas y anacrónicas ejecutorias, que para destruir el país nos bastamos solos".
Gracias, Edgard, por indicarme lo de la "t" de "ejecutarla". Ya no dice "ejectuarla".
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