lunes, 26 de enero de 2015

La tragedia


Irene Papas en Electra, de Cacoyannis

Cinco de la mañana. Leo en el Reloj de Atenas, de Jaime García Terrés, unas palabras que su amigo griego Aléxandros le dijo en París, en 1967, poco después del golpe de los coroneles:  
 
El verdadero sentimiento trágico no es pesimista. Más allá del terror y de la autocompasión está la inmensa, la profunda alegría de vivir”.
-- 
Pienso que a veces decimos “tragedia griega” ignorando la tragedia griega, a la que el joven Roland Barthes se refirió en estos términos: 
 
La tragedia es la más grande escuela de estilo; enseña más a despojar que a construir, más a interpretar el drama humano que a representarlo, más a merecerlo que a soportarlo (…). Para merecer la tragedia es necesario que el alma colectiva del público haya alcanzado un cierto grado de cultura, es decir no de saber, sino de estilo.
(…)
 
No todos los pueblos, ni todas las épocas, son igualmente dignos de vivir una tragedia.
-- 
Del Reloj a los poemas del autor. Comparto uno: 
 
Sazón del alba 
 
 
Si no todos los libros
cuando menos
he leído decenas, cientos, mil,
y no lo digo, no,
por vanidad,
muy al contrario:
después de tantos piélagos de letras
en el sistema vascular
adquiérense deberes máximos
y apenas el derecho
mínimo
a preguntarse con delicadeza
cuántas calladas horas
faltan aún por reconocer
el fruto verdadero,
los prístinos ecos de la lectura
sazonados aprisa por un amanecer. 
Jaime García Terrés, La casa por la ventana.

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