Euclides da Cunha
Desde que Roberto lo
mencionó el viernes pasado, he estado releyendo Los sertones. Fascinante.
Tiene razón Antonio Candido: Euclides da Cunha es mucho más que un sociólogo.
Es casi un iluminado. De la tragedia de su vida, a las otras tragedias, hay
literatura, tanta, que uno, atrapado por la prosa, se olvida de los
determinismos raciales o geográficos que atraviesan sus páginas.
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La mención de Roberto
tenía que ver con lo que nos está pasando desde hace mucho tiempo y que no
termina de pasarnos. En una parte referida a las peregrinaciones, Euclides da
Cunha copia un documento publicado en la Capital del Imperio en 1877, que da
cuenta de cómo se presentó el Consejero en la aldea del Itapicuru de Cima,
cuando ya tenía gran renombre:
Apareció en el sertón del Norte, un individuo, que dice llamarse
Antônio Conselheiro y que ejerce gran influencia en el espíritu de las clases
populares, sirviéndose de su aspecto misterioso y ropas ascéticas, con los que
se impone a la ignorancia y la simplicidad. Dejó crecer sus barbas y sus
cabellos, viste una túnica de algodón y se alimenta tan poco que casi es una
momia. Acompañado de dos profetas, vive rezando, pregonando y dando consejos a
las multitudes que reúne donde le permiten los párrocos, y moviendo los
sentimientos religiosos, va juntando al pueblo y guiándolo a su gusto. Revela
ser hombre inteligente pero sin cultura”.
Da Cunha ya había
hablado de la formación del monstruo. Había dibujado en pocas líneas el proceso
delirante del poder: “La multitud lo remodelaba a su imagen. Lo creaba”.
“Y creció tanto que se
proyecto en la Historia…”
Vagan en la memoria
resonancias.
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