George Santayana
En la última página de
su hermoso libro sobre tres poetas filósofos (Lucrecio, Dante y Goethe),
Santayana aboga por una cultura que al arte de trabajar bien, añada el de jugar
bien (“jugar con las armonías de la vida
y hacerlas deliciosas”). Piensa Santayana que esa cultura no avanzará sin
ciencia y sin visión poética. Pero ¿quién será el poeta de esa nueva visión?,
se pregunta. Cree que ha llegado el momento para la aparición de “ese genio que
reconstituya la destrozada imagen del orbe” y que tenga un “delicado sentido de
las resonancias ideales de sus propias pasiones y de todos los matices de su
posible felicidad”.
Para concluir, Santayana
vuelve a Dante y nos recuerda aquel inolvidable saludo, a muy pocos reservado,
del Canto IV del Infierno:
Podemos saludar desde lejos este genio que necesitamos. Como
los poetas en el limbo de Dante, cuando Virgilio reaparece entre ellos, podemos
saludarle diciendo: 'Onorate l'altissimo poeta'. Honrad al más alto poeta,
honrad al más alto poeta posible. Pero este supremo poeta está todavía en el
limbo.
--
(Intanto voce fu per me udita:/ 'Onorate l'altissimo poeta';/ l'ombra sua
torna, ch'era dipartita)
--
No sé si todavía se lee
a Santayana. Lo cierto es que nos hemos alejado mucho de las voces sabias que
sin estridencias buscaban la armonía. ¿Habrá
que buscar a Virgilio, poeta joven, y saludarlo una vez más?
(La traducción de Tres poetas filósofos la
hizo José Ferrater Mora y la publicó Gonzalo Losada en Buenos Aires, en 1943)
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