Lámina de un ejemplo de mecanismo de órgano hidráulico mostrado por el Padre Athanasius Kircher en "Musurgia Universalis", 1650.
Que el Padre Kircher haya usado –como informa Feijóo-
una mecha de amianto que duró años encendida, le parece empresa “loca e
imposible” a Navarrete. “Tan imposible como loca”, precisa en una entrada de su
Arca de letras y Teatro Universal.
Por pocas que fuesen, las referencias al curioso
jesuita alemán no podían faltar en una obra tan vasta y variada y de evidentes
atributos kircherianos. La primera mención es, precisamente, esa de la lámpara
alimentada con el aceite extraído del amianto, de cuya perpetuidad descree
nuestro fraile. La segunda se refiere a
una palabra aplicada al arte musical que le sirvió a Kircher para titular uno
de sus libros: Musurgia Universalis.
Fray Juan Antonio Navarrete nos informa:
“MUSURGUS,
MUSURCHUS, MUSURGIA: Es voz que explica cosa de dirección de música. El arte de
esta dirección se llama Musurgia. El Maestro de Capilla, que llamamos en la
música, es en latín Musurgus, como lo pone el Calepino 7 lenguas (…). El Padre
Kirker dio este nombre a una obra que imprimió en Roma en dos tomos en folio
año de 1690. Y advierto que Terreros escribe Musurjia con j, en lugar de g,
porque así se quiten equivocaciones como lo advierte al principio de la letra
G, por cuya razón poco usa la g poniendo la j en su lugar”.
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Por nuestra parte, podemos advertir que
Navarrete primero uso “ch” en el apellido del jesuita y después escribió “Kirker”,
tal como aparece en el lomo de la obra del Padre Athanasius que vio el pintor Cabrera
en la biblioteca de Sor Juana. No es descartable, por supuesto, un involuntario anacronismo
del editor.
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Umberto Eco, que escribió acerca de Kircher y se
sintió atraído por sus “empresas locas e imposibles”, probablemente se habría
interesado en nuestro singular franciscano, no menos “emprendedor” de saberes
que el alemán, a cuyo linaje erudito y lúdico, también perteneció.
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