De cocinera. Óleo de Efrén Ordóñez
Seis de la mañana. No hay brisa en el valle del
Turbio. Sigue cubierto por la calina.
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En la página, una intelectual y sus Enigmas.
En 1968 fueron encontrados por Antonio Alatorre, quien preparó una estupenda
edición con los veinte enigmas, que, al parecer, ella escribió antes de dar por
concluida su soberbia trayectoria literaria.
Los enigmas no están resueltos, dijo Alatorre, y
le propuso a los poetas mexicanos que procuraran descifrarlos.
Gabriel Zaid, quien relata el hecho, al aceptar
la invitación del erudito, ensayó la solución del cuarto enigma:
¿Cuál es
la sirena atroz
que en
dulces ecos veloces
muestra el
seguro en sus voces,
guarda el
peligro en su voz?
Concluye Zaid que la respuesta es la fama. Pero
como no se trata de una adivinanza, el arcano permanece inalterable para que
otros intenten descifrarlo.
Asimismo, el mayor de los enigmas sigue en pie y
ha vuelto a escribir esta frase:
El mundo iluminado, y yo despierta
Es una jerónima tan inteligente como hermosa. Bien
sabemos todos que se llama Sor Juana Inés de la Cruz, poeta, filósofa, mexicana
y cocinera.
Ella es el enigma y nos despierta.
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