viernes, 16 de septiembre de 2016

Modos de cavar un túnel



Juan Carlos Flores (La Habana 1964 - Alamar - La Habana (2016)

Ayer el poeta Juan Carlos Flores salió de su casa en Alamar a comprar pan y le dijo a sus vecinos que al regresar se suicidaría. Eso hizo. Lo encontraron ahorcado en el balcón de su apartamento, donde vivía solo. Me enteré por un tuit y busqué de inmediato un pequeño libro suyo. Lo encontré al lado del de otro  suicida: Ángel Escobar.  El libro de Flores es Distintos modos de cavar un túnel (Ediciones Unión, 2003); el de Escobar: Cuando salí de La Habana. Abrí el primero y leí en el prólogo de Reina María Rodríguez estas líneas subrayadas:

“Su suicidio permanente está en la página que trastea con esmero, con delicadeza de jardinero que poda un marabuzal en claro-oscuro. Página-pozo donde viven y se atropellan las voces que lo acompañan y no lo dejan solo”.

Esas voces seguirán allí, circulando, repitiéndose.  Flores las acompasó en medio de la pesadilla, allí mismo, en Alamar, al este de La Habana.
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Leo El péndulo:

“Soñar, cuando la realidad nos cansa; volver a la realidad, cuando soñar nos cansa”.

En unas escasas líneas de Joyce, están condensados todos los poemas de Fuera de juego, el libro que escribió Padilla. Sobre un césped recién cortado unos adolescentes disputan un balón. Desde las gradas, otro adolescente precoz, observa, toma notas.

“Soñar, cuando la realidad nos cansa; volver a la realidad, cuando soñar nos cansa”.

Ser Ulises, donde nadie te espera.

(Juan Carlos Fuentes, El péndulo, en Distintos modos de cavar un túnel)
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Como su admirado Rolando Escardó, Flores se metía en las cuevas y cavaba. Su modo esencial: la poesía.

Finalmente, estas dos líneas suyas sobre el cementerio judío:

“El sol rebota contra piedras, y hay otro muerto más, al final de la cola, con un ticket en mano, esperando el solsticio”.

Y la luz.


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