Los noteros Adorno, a la derecha, y Max Horkheimer. 1965
Llevando las brasas para
su sardina escritural, Kraus dijo un día que “la forma es el pensamiento”. No
sólo se trataría de un tipo de texto, sino también de un modo de reflexión
“preciso e inconfundible y que no es la descarga fulgurante del aforismo ni la interrogación precursora del ensayo”,
como lo refirió Martín Cerda en una formidable nota sobre las notas. Allí ofreció
esta aproximación al género:
La nota, en efecto, difiere funcionalmente del artículo,
como éste difiere del ensayo. No es, pues, un artículo corto, abreviatura o
esbozo, sino un texto que se (en)cierra a partir de una función específica:
notar (o, si se quiere, anotar) algo que transcurre en el mundo, en el cuerpo o
en la conciencia del escritor. La nota, en suma, no explica ni predica: sólo constata
y sugiere.
A veces los propios
noteros (así les dice, notero él mismo, Martín Cerda) llaman “Notas” a algunos
escritos que no estiman suficientemente elaborados. Pone el ejemplo de Theodor
W. Adorno, quien tituló Notas de literatura lo que no era
más que un libro de ensayos, conferencias y artículos. Sin embargo, Cerda considera
que Adorno es el “autor de uno de los libros de notas más admirables” que
existen: Minima moralia, publicado por vez primera en español (Monte
Ávila, Caracas, 1975), con la intervención de Martín Cerda, por cierto.
Adorno dedicó ese libro a
otro insigne notero: Max Horkheimer (“…a Max, como gratitud y promesa”). Menos
de un año después de publicada Mínima moralia, Monte Ávila hizo lo
mismo con Apuntes de Horkheimer. En la contratapa (ejemplo del
subgénero), a Martín Cerda, anónimo entonces, no se le olvidó este enlace:
La obra que ahora presentamos a los lectores de lengua
española, comparable a la Mínima moralia de Adorno, ya publicada por Monte
Ávila, ofrece el horizonte de un pensamiento itinerante que, por su mismo
carácter de apuntes, entronca con la escritura fragmentada que emplearon, en
Alemania, Lichtenberg, Novalis, Nietzsche e incluso Kant en sus últimos
trabajos.
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En una de las notas de
Mínima moralia, Adorno consigna un ejemplo del “bullying escolar” y ominoso que
sufriera en Alemania. Copio:
Propiamente me sería posible deducir el fascismo a partir de
algunos recuerdos de mi infancia. Tal como hace el conquistador con las
provincias más alejadas, que antes de presentarse personalmente envía por
delante a sus legados, también aquel había enviado a sus mensajeros: mis
compañeros de colegio (…). La irrupción del Tercer Reich sorprendió por cierto
mi discernimiento político, pero no mi inconsciente disposición al espanto”.
Eso y mucho más, en las
notas.
(La nota de Martín Cerda, "De la nota", está en Escombros, Ediciones Universidad Diego Portales, Chile, 2008)
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